Jazmín

 

La soledad es

el tiempo del exilio.

Un poco de tierra

fuera del desierto

para las raíces

 y el jazmín.

 

El silencio es

la palabra repartida.

La voz

El agua

El viento

Es el modo táctil

del universo.

 

La monotonía de la mentira

ha terminado.

 

 

Alejandro Ariel

Buenos Aires, octubre de 2018

Otoño

 

El aire crece en el aire

y copula con los silencios

de que están hechas las palabras.

 

La celebración del otoño

es la celebración de las almas

en la intemperie.

 

Sin frío aún

se antojan en colores

cuya profundidad no se detiene.

 

Honduras

entre la presencia alegre

y molesta del verano,

y la adustez musical del invierno.

 

Colores

dónde las lágrimas

se detienen,

luego de la lluvia.

 

 

Alejandro Ariel

Buenos Aires, octubre de 2018

Noche

 

Te respiro.

Respiras conmigo esta noche.

 

El silencio es magnífico... único.

Sin más pensamientos

 

La belleza se convierte así

en el verdadero límite y sentido,

frente al horror de existir...

 

Es una belleza sin motivos,

desprovista de razón,

poderosa en la nada;

en nuestras nadas a las que le da forma...

 

Es la gracia,

cuando nos acontece

no cabe en nuestro cuerpo.

 

 

Alejandro Ariel

Buenos Aires, setiembre de 2018

Descanso

   

¿Sabrá la roca

del dolor,

cuando en la carne hiende

el acerado brillo

de la palabra mal habida?

 

¿Sabrá la carne

de la quietud imperturbable

de la roca,

en su sordera

a la palabra mal habida?

 

¿Sabrá el dolor

de la palabra mal habida,

que sin límite

publica su deseo de destrucción?

 

En la poesía

descansan

la roca, la carne y el dolor;

descansan de la palabra mal habida.

  

Alejandro Ariel

Buenos Aires, junio de 2018

Alguna paz

 

Las ruinas

quedaron atrás.

 

Atiborradas paredes

húmedas de roturas

de otoño.

 

Goteras surgentes

de raíces, hoy,

criminales.

 

Lo impensable

hizo lugar.

El retiro libero

los objetos

de sus años y su carne.

Sin dolor.

 

Lo extranjero

vistió el aire

sin piedad ninguna.

 

Las paredes,

blancas

ya estaban listas.

 

Su belleza austera

me reconfortó.

De que estaba libre

sino

de los recuerdos.

 

Sonreí,

alguna paz

estremeció mi piel. 

 

 Alejandro Ariel

Buenos Aires, mayo 2018

Lo inexplicable

 

Lo inexplicable

En la existencia

Se resiste a la razón.

 

Un tedio del lenguaje

Para resarcir al cuerpo

De su abandono.

 

Una comparencia indisimulada

de la muerte frente al Amor.

 

Cacería del sentido

En los caseríos de la estupidez

Dificultad del agujero

Para decirse

De sus bordes.

 

No es sin consecuencias

Lo inexplicable.

 

Siembra los juncos del miedo

En el agua sin piso

De su impiedad.

Tormentosa excursión

Al pantano sin sol.

 

La sentimentalidad escasa

De una nostalgia

Dela desaparición.

 

Hay un solo sendero de salida

No fetichizar la crueldad
En la pretensión

De sufrir menos.

Las imágenes del dolor

Son una obscenidad

Jamás revelan el dolor.

Sino las formas sádicas

Con que la impiedad

Se entretiene.

 

El dolor es un ocio

Desafortunado.

 

 

Alejandro Ariel

Buenos Aires, abril de 2018

Amigo

 

Amigo

de tiempos raros

de encuentros intensos

de escasas desnudeces.

Contundentes, sin embargo.

 

Dos lobos de mar

sobrevivientes.

Tierra de naufragios

a solas.

 

Inundaciones sin remedio

de tanto en tanto.

Piel curtida por lo inhóspito.

 

Una confianza desatada

de los tiempos sencillos.

 

La mano sabe de encuentros.

Sabe de escrituras.

Amigo.

 

Las voces

simplemente

no olvidan su abrazo.

 

                                                                               Alejandro Ariel

Buenos Aires, abril de 2017

Confío en la llama

 

Habíamos creído

poder escribir en la roca

y lo único que hicimos

fue intrigar al abismo.

 

En la noche huérfana

confío en la llama.

 

Encontré

el Nombre del Temor:

es tan solo intrigar al abismo.

 

Encontré

el Nombre del Amor:

es poder escribirlo en la roca.

 

En la noche huérfana

confío en la llama.

 

Alejandro Ariel

Buenos Aires, abril de 2017

Camino

 

 El peligro

es desnudez

a la intemperie.

 

El ansia

es un recuerdo

vestido de tiempo

desnudo de espacio

a la intemperie.

 

Cansado ya

fui en busca

de la primera aurora.

Mi furia de rio caudaloso

abandono el cuarto.

No pertenece a la llorona cofradía

de aquellos que llegan

a los desfiladeros del olvido.

 

Con el corazón oscuro

la boca en busca de su incendio

da vuelta la esquina

murmurando al viento.

 

La plegaria volvió ágil

la mirada

en su no mirar atrás.

 

Las fuerzas seguirán

el disperso sendero de tus pasos

hasta que el aire

se detenga en el tiempo.

 

                                                                               Alejandro Ariel

Buenos Aires, enero de 2017

Sin moverme

 

Sin moverme

vuelo con el viento.

Tu voz es luz

en el silencio.

La música

deshace el tiempo.

Me hundo

en sus colores

donde, invisibles,

se precipitan los poetas.

 

                                                                               Alejandro Ariel

Buenos Aires, enero de 2017